Las Geishas son un icono de la cultura japonesa. Son artistas refinadas, cultas y especialmente grandes conocedoras de las artes tradicionales de Japón. Su origen se remonta a más de 400 años, pero incluso en la actualidad su estilo de vida sigue estando repleto de incógnitas para muchos.
El término es de origen chino y se refiere a un individuo con talentos artísticos.
Tradicionalmente y hasta épocas muy recientes, la geisha empezaba su formación a la edad de siete años. Okiya (置屋) es la casa en donde las geishas se forman estudiando música, danzas, y muchas otras disciplinas imprescindibles para llevar a cabo su trabajo. Podríamos decir que son las “casas productoras” de geishas, y es donde viven estas durante todo su contrato.
Las casas de geishas se encuentran dentro de los Hanamachi o “Barrios de geishas”, y el mayor número de okiyas se encuentra en Kioto. Estas casas son manejadas por una mujer que es llamada “Okaasan” (“madre” en japonés), quien toma los trabajos a donde deben ir las geishas, administra el dinero de la casa e invierte en todo los gastos que requiere la formación de las futuras geishas.
La geisha atendía las fiestas masculinas y entretenía a los invitados con canciones, danzas, recitales de poesía y una agradable conversación. Rara vez podía romper su contrato, a no ser que se casara.
Aunque parezca raro, inicialmente los hombres desempañaban el trabajo de las geishas. Eran artistas que se dedicaban a entretener a sus clientes en banquetes ofreciendo música, danzas, o bien sirviendo sake. Poco a poco esta profesión fue adoptada en su mayoría por mujeres, lo cual le dio el origen a la geisha, y más adelante floreció su estricta forma de vida junto a sus jerarquías.
En occidente se siguen confundiendo a las geishas con prostitutas, pero la realidad es que no son. Las geishas no son ni nunca fueron prostitutas. Sin embargo, ocurrieron ciertos episodios en la historia de estas artistas que llegaron a manchar su reputación durante mucho tiempo.
A lo largo de la historia japonesa muchas mujeres comunes y corrientes que ejercían la prostitución, se hacían pasar por geishas para llamar aún más la atención y así obtener más clientes. Pero la realidad es que las geishas no son prostitutas, sino artistas que acompañan a sus clientes en banquetes ofreciendo espectáculos de danza, música y muchas otras disciplinas.
También se las suele confundir con las antiguas cortesanas japonesas de alto nivel. Estas si ejercían la prostitución, incluso su apariencia era similar, pero no tenían nada que ver con las geishas. La práctica del mizuage también creó malos entendidos entre los occidentales.
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Tianshu Liu