¿Por qué es tan rico estirarse?
¿Por qué se siente rico estirarse? Es un hecho que sí, pero ¿te has preguntado por qué te atrae? Si prestas atención a cómo despiertas por la mañana, notarás que tu cuerpo, involuntariamente, comienza a alongarse, como una necesidad tan elemental como lo es comer o dormir. Una vez saciado este menester, hay una sensación placentera, aunque sea momentánea…
El cuerpo requiere de movimiento para que sus sistemas se activen y, yendo más profundo, para que el propio ser se sienta vivo. Pero también, como parte de estar vivo, el cuerpo recibe estímulos internos y externos, que a su vez, provocan que este adopte formas y/o patrones que sistemáticamente contraen o sobre tensan ciertos músculos (e incluso órganos). Un ejemplo común sería la tensión crónica en cuello y hombros que ciertas personas experimentan y que tienden a agravarse con el estrés.
¿Y cuál esa la reacción espontánea a todo esto? Estirarse, o incluso pedir la asistencia de alguien más para hacerlo.
El estiramiento finalmente “resetea” aquella historia de emociones que ha venido a cristalizarse en el cuerpo. Sin embargo, es bastante probable que el patrón de reacción regrese, sobre todo si no han sido atendidas las situaciones emocionales, que a menudo pueden ser demasiado complejas. Sabemos bien que no sólo somos músculos, huesos, piel y órganos, sino que también pensamientos, emociones y memorias se entretejen en nuestro cuerpo que se expresa.
El Yoga, aunque no es una práctica psicológica, es idónea para acceder a la complejidad de historias y emociones que yacen debajo de un músculo tenso. Al emplearse la respiración, no sólo como vehículo para suavizar los músculos si no como medio para equilibrar el sistema nervioso.
Fuente: Miriam Hamui